La bronquiolitis es una inflamación de los bronquios más pequeños del árbol respiratorio. Se suele dar en niños menores de dos años, y aunque los síntomas iniciales son similares a los de un catarro común, rápidamente se agrava y sufre un empeoramiento de la tos, aumento de las secreciones, fatiga, sibilancias (pitos) y en ocasiones fiebre.
Esta infección respiratoria aguda puede aparecer en cualquier época del año, aunque es más frecuente entre noviembre y marzo. Es de origen vírico y en el 70-80% de los casos, el virus respiratorio sincitial (VRS) es el responsable. Pese a que la mayoría de los niños se recupera en unos días, es frecuente, que tras un episodio de bronquiolitis (sobre todo si ha precisado hospitalización), durante los meses siguientes, sus resfriados cursen con síntomas similares a los de la bronquiolitis inicial.
Se ha demostrado que los niños menores de 2 años los cuales han sufrido 3 episodios de bronquiolitis, desarrollan un cuadro de hipersensibilidad respiratoria durante los años siguientes. Es decir, que pueden persistir síntomas respiratorios, que no dependen solo de la “agresividad” de los virus responsables, sino de una sensibilidad que se ha creado en el aparato respiratorio, tras esos cuadros iniciales.
¿Quién no ha escuchado a alguno de nuestros abuelos, “sufro de bronquio por un catarro mal curado”? Eso es lo que se pretende evitar con un buen diagnóstico y el tratamiento necesario en cada caso.
El tratamiento de la bronquiolitis, se basa en medidas generales de apoyo (hidratación, aporte de oxígeno y lavados nasales) y fármacos antiinflamatorios y broncodilatadores de la vía aérea (que se determinarán en función de la intensidad y frecuencia de los síntomas) cuyo objetivo es disminuir la obstrucción existente y la espasticidad de la musculatura. En el gran acúmulo de secreciones, juega un papel fundamental la fisioterapia respiratoria, que a través de diferentes técnicas, moviliza toda la mucosidad para su posterior evacuación.
Al eliminar todo el moco acumulado en sus bronquios, aumenta el efecto de la aerosolterapia, y se consigue recudir la obstrucción de las vías aéreas, reducir el trabajo respiratorio y favorecer el intercambio gaseoso. De esa forma aceleramos la recuperación y evitamos que un cuadro leve de bronquiolitis, o los diversos catarros de vías altas que sufren los peques durante el invierno, deriven en infecciones de repetición, los cuales suponen un factor de predisposición para problemas respiratorios en el futuro.
Y es que pese a ser una enfermedad leve, la bronquiolitis, supone un gran uso de recursos sanitarios, un gran impacto económico y en muchas ocasiones afecta a la calidad de vida del paciente y de sus familiares.